La oposición al impuesto de sucesiones y la casi nula resistencia social a su paulatino desmantelamiento es un buen ejemplo de como las clases dominantes consiguen imponer su pensamiento a todas las capas de la sociedad. La injusticia que supone que alguien pueda transmitir su riqueza acumulada sin coste, y los efectos perniciosos que supone en nuestra sociedad e incluso nuestro sistema económico son evidentes, pero esta parece una partida ganada por los que desde su dominio de la vida económica y social, dominan también nuestra forma de pensar
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