El pasado 4 de marzo, la Policía llamó por teléfono a Wang Chung Sheng. Acababan de encontrar el cadáver de su padre balanceándose en la rama de un árbol. El anciano se había escapado del hospital la noche anterior para ahorcarse. Pretendía evitar que su familia dilapidase los ahorros de una vida con el tratamiento de un cáncer de hígado que le diagnosticaron dos meses atrás.
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