Ancianos a los que nadie higieniza ni alimenta, personal de servicio que abandonó en masa sus tareas, un dueño con pasado delictivo y 31 muertos en pocas semanas: las revelaciones que emergen de un centro de retiro cerca de Montreal, diezmada por el coronavirus, dejaron a Canadá en shock. La residencia Herron, en el suburbio de Dorval, se convirtió en el doloroso símbolo de la hecatombe que golpea a las casas de ancianos en el país. “Horroroso”, dijo el primer ministro de Quebec, François Legault, sobre el caso
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