Me siento como el niño apestado que juega solito con sus mocos en una esquina del recreo porque el resto de los niños se conoce de antes y tiene un fascinante tema en común. A eso súmenle que trabajo en el negocio de la publicidad y todo el tiempo me hacen comentarios sobre un tal Don Draper asumiendo que lo conozco o que me siento halagado si me comparan con él. Pero no, no entiendo nada y sólo lo ubico en fotos. Y mi instinto arácnido me dice que no tenemos mucho en común.
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