Desde el comienzo de la historia de la Filosofía, pueden verse los rasgos característicos de los problemas de los que se ocupa la filosofía de la mente. Así, Platón postulo una división entre mente y cuerpo, entre el mundo sensible y el mundo de las ideas. Mediante esta alegoría, Platón separa el mundo sensible (las sombras que son reflejadas en la pared), como simples apariencias de un mundo eterno y puro, el de las Ideas o esencias. Ambos mundos son reales, más el de las Ideas es el más elevado y cercano al Sumo Bien.
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