Los sevillanos del siglo XVI se habían aficionado a fumar tabaco pero no tenían dinero para pagarse aquel vicio vaporoso importado desde el otro lado del Atlántico. Para seguir dando unas caladitas sin gastarse unos maravedíes que no tenían, los mendigos de la metrópoli hispalense tiraron de imaginación y llegaron a una de las ideas más sencillas y a la vez populares que han salido de la inventiva patria: los cigarrillos.
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