"No merecen jugar en este club", "Vayanse todos" y "Jugadores sin sangre" eran algunas de las leyendas que se podían ver en las gradas del Independiente de Avellaneda. Y precisamente a partir de este último emblema ingeniaron una extraña manera para arremeter contra los futbolistas. En cuanto el equipo saltó al césped, sobre él cayó una lluvia de jeringuillas con un líquido rojo a modo de sangre.
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