Un peón albañil ganaba una fortuna y el más idiota de la pandilla se paseaba con un BMW descapotable por el Paseo Marítimo. Muchos padres llevamos a nuestros hijos al matadero que ellos mismos estaban construyendo: avalamos con nuestras viviendas y negocios la compra de sus propias viviendas. Muchos no han podido pagarlas y muchos padres han perdido sus bienes. Siete años después, mi hijo sigue en el paro, pero sin cobrarlo, claro.
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