Los investigadores que consultó Hari explicaron que el problema viene de atrás (nada menos que de finales del siglo XIX) y que se está acelerando a una velocidad vertiginosa, que el detonante no son solo los teléfonos móviles. Y que hay un montón de experimentos en marcha que hacen pensar que podemos combatir eficazmente contra esta "enfermedad de espíritu" si nos lo proponemos. Hay mucha evidencia de que esa infancia que perdimos contenía muchas cosas que eran realmente importantes para la atención. Empezando por el ejercicio.
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