Henriqueta Lanks tras su muerte en 1951 por un agresivo cáncer de útero donó sin saberlo la primera línea de células humanas inmortales (conocidas en el mundo científico como HeLa). Gracias a estas células 'inmortales', que llevan más de 50 años sirviendo de fuente de investigación en el campo médico y siguen tan frescas como el primer día, se han logrado unos avances espectaculares en la medicina y la genética. Su familia jamás obtuvo beneficio por ello, aunque las farmacéuticas hayan conseguido billones gracias a su donación.
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