A la hora de explicar la capacidad humana para el suicidio desde un punto de vista evolucionista tenemos básicamente tres opciones: que se trate de una adaptación, que sea un subproducto o que sea simplemente ruido. No hay otros mecanismos conocidos por los que una característica, sea fisiológica o conductual, pueda ser transmitida genéticamente de generación en generación.
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