No conozco a nadie o a casi nadie que esté en contra de salir a una hora razonable del trabajo y dedicar el tiempo que sigue a cuidar a sus hijos, o a solazarse haciendo deporte, leyendo un libro, charlando con los amigos en una terraza, o viendo un programa de televisión a un horario razonable. Sin embargo, en España seguimos siendo campeones en hacer las cosas al revés y, de paso, hacernos la vida imposible.
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