"Podemos dejar que El País, El Mundo y otros medios del palo sigan marcando la agenda, administrando sus “exclusivas" con cuentagotas y enmarcándolo en términos de la cultura política de la Transición –como que es un juego de turnos y pactos entre PP y PSOE y poco más–, o hacer de esto un paso más en la crisis de legitimidad estructural: no es un escándalo de corrupción, es que todo el sistema es un jodido escándalo diseñado para que una élite lo conduzca; seguir repitiendo la idea de que lo llaman democracia y, en definitiva, no lo es."
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