Resulta muy difícil, si no imposible, charlar serena y razonablemente sobre Pablo Iglesias con una gran mayoría de los españoles. Si son de derecha o ultraderecha, la mala bilis les nubla enseguida el entendimiento: lo odian visceralmente, lo querrían ver fuera no solo de la política sino de la mismísima España. Si son del centroizquierda felipista, el rencor revienta cuando mencionas su nombre.
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