Los perfumes de equivalencia se pueden vender, pero sin hacer alusión a las marcas originales. La línea que separa una cosa de otra es fina. Jean Devaureix, abogado en el despacho Pons Intellectual Property, explica que “una peculiaridad es que los perfumes en sí no suelen estar patentados”. Las marcas optan por protegerse mediante el secreto industrial. Así que cualquiera que consiga saber qué aceites esenciales han diluido en alcohol puede imitarlos. Y eso no es nada complicado. El problema surge si se usa la marca.
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