Fernando Martín Liebermann aterrizó el pasado 16 de septiembre en el aeropuerto de Sao Paulo como cualquier turista español, pero antes de pasar la aduana, un policía federal le pidió el pasaporte, sus billetes y toda la información sobre sus viaje. Le dice que espere, al tiempo que va apartando a otros cinco españoles que llegaban en el mismo vuelo de Iberia. El policía se va con toda la documentación. Los viajeros, nerviosos, piden explicaciones. “Entonces otro policía nos dijo que si España ha devuelto a cien personas, nosotros también..."
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