Pablo González es nuestro Julian Assange, otro caso sangrante. Ni España ni la UE ni la profesión periodística española, tan remisa y tan al parecer influenciada por el mendaz Albares, pueden dejar que esta situación se mantenga ni un día más. A Pablo González lo están intentando destruir psicológicamente y, de paso, a su familia. Debemos exigir que esta atroz injusticia acabe ya.
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