El propietario de la granja, Juan Francisco Portilla López, estaba comiendo con la familia en Isla cuando escuchó por la televisión del restaurante que San Felices había registrado una de las temperaturas más altas del país. Se levantó y fue directamente a su granja. Lo que se encontró prefiere olvidarlo: «Me da una lástima terrible, las cuidaba mejor que a mis hijas. Habíamos estado por la mañana vigilándolas y estaban todas bien, pero cuando llegué después de comer fui encontrando una, dos, tres... había miles muertas», relata Portilla.
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