El deporte, como utensilio para aligerar las tensiones cotidianas de la sociedad, jamás pasó de largo en los sectores más adinerados y respetados de la misma. Para unos se trataba de la mejor pancarta publicitaria que defendiera sus intereses globales, para otros una simple excusa para dejarse ver entre el pueblo llano intentando limpiar su dañada imagen y hay quien usa la afición a la pelota para favorecer aún más sus campañas profesionales.
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