Ya hay demasiados cómplices para todos los horrores, los de andar por casa, los de la calle, los de los conocidos y los desconocidos. Sin todos sus cómplices el horror sería menos ubicuo y menos factible. Sin esa complicidad, digo, la sanción sería brutal, la censura sería total y nadie se atrevería a ejercer la violencia, a ser un hijo de puta, a dañar a otro. En la película Spotlight dicen que así como se necesita una aldea para criar a un niño también se necesita una aldea para destruirlo, para mí eso se aplica a todas las complicidades...
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