Las empresas acudian a China para aprovecharse de su mano de obra barata y fabricar a un coste my inferior mientras la falta de educación empujaba a sus jóvenes a trabajar en puestos de cuello azul. Ahora, su Generación Z ha puesto el freno a la tendencia. Sus jóvenes cuentan con la educación necesaria para no tener que lidiar con las penurias y condiciones de trabajo que sufrieron sus padres. Muy conscientes de su nueva condición, se niegan a cubrir los puestos de las fábricas que el envejecimiento de la población está provocando.
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