La detención del presidente Puigdemont ha sacudido la sociedad alemana. El país debe extraditar al presidente, sabiendo que acabaría encarcelado acusado de delitos muy graves y de una violencia inexistente, o por el contrario debe proteger el derecho a defender democráticamente ideas políticas. La prensa ya se ha posicionado mayoritariamente a favor del presidente catalán, e incluso piden que se le conceda asilo político. Y recuerdan, algunos, que Alemania ya entregó un presidente elegido democráticamente en 1940 y que terminó fusilado.
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