En el año 2002, el primer premio, el Gordo, cayó en Calahorra, municipio donde Guerreros residía y trabajaba como camarero. El dinero, en concreto, le tocó a su padre, que era quien había adquirido el décimo y este decidió compartirlo con su hijo. Gracias a este acto, pudo darse a conocer en el mundo de la interpretación y dedicarse a su verdadera vocación.
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