En público es prácticamente un tabú, pero en privado el Gobierno admite que casi todo lo que hace tiene un objetivo claro: que los mercados, la Unión Europea y sobre todo Angela Merkel, la canciller alemana, concedan un respiro a España. Que sean flexibles a la hora de replantear el objetivo de reducción del déficit para este año. Concluida la primera fase de medidas duras, en especial con la reforma laboral, el Ejecutivo está convencido de que ese lento proceso para convencer a Merkel “va por muy buen camino”.
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