El programa que ya había sido lanzado en 2006 y que intentaba dar apoyo emocional, social y espiritual a los estudiantes en las escuelas públicas y que había tenido problemas con el tribunal supremo australiano por dos veces por discriminar a los trabajadores no religiosos, ha vuelto a ser impulsado por el presidente Abbot. Esta vez el nuevo programa prohíbe a los trabajadores religiosos ejercer el proselitismo en su labor, por lo que el gobierne espera esta vez que no se tropiece con problemas legales.
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