El péplum, comúnmente llamado “cine de romanos”, tal como se lo había estructurado y amortizado en los célebres Estudio Cinecittá era parte de la historia del cine y su implementación en la modernidad se vislumbraba como algo casi imposible. Sin embargo, una película y un realizador lograron el milagro. Obvio es decir que la música de esas cintas no se podía repetir en la década del 2000, la música para Gladiador debía crearse teniendo en cuenta estos nuevos parámetros y fue Hans Zimmer el elegido para la tarea.
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