Hasta cierto punto, Aung San Suu Kyi es una falsa profeta. Glorificada por Occidente durante muchos años, fue convertida en un 'icono de la democracia', porque se oponía a las mismas fuerzas de su país, Birmania, que una coalición occidental liderada por Estados Unidos aislaban en Rangún por su alianza con China (...) Pero la gran 'humanitaria' parece haber agotado su integridad en la medida en que su gobierno, los militares y la policías han comenzado una amplia operación de limpieza étnica que tiene como objetivo a los rohingya...
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