Un cuarto de los diputados brasileños vive del agronegocio: quieren más tierras cultivables o para ganado y rechazan la ampliación de las indígenas. Son felices con Michel Temer, al que promovieron a la presidencia en lugar de Dilma Rousseff, amiga de los indios, y por tanto arena en el engranaje agropecuario. Muchos son propietarios de tierras. Fazendeiros. Como Blairo Maggi, ministro de Agricultura y «rey de la soja». En 2005, Greenpeace le dio la «motosierra de oro» por romper récords deforestando el Amazonas.
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