Tenía 300 de coeficiente intelectual. Hablaba cerca de 40 idiomas y completó 7 carreras universitarias. Pero a la hora del amor, era un completo ignorante. Mozart componía sonatas a la edad de cinco años. Cuando Picasso tenía ocho, su padre, que también era pintor, le regaló su paleta y sus pinceles: no podría competir con ese hijo. Bobby Fischer jugaba un alto nivel de ajedrez a los seis años y a los quince batió un récord al convertirse en Gran Maestro. A los cinco años, William Rowan Hamilton hablaba con fluidez inglés, latín, hebreo y grie
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