Fue en una reunión de voluntarios de la fundación Enraizados. Estábamos hablando de las cifras tan alarmantes de abortos y eutanasias cuando nos sentimos impelidos a hacer algo como católicos. Pensamos, ¿cuál es el mayor sacrificio que podemos ofrecer a Dios para que nos ayude? Y rápidamente decidimos que pedir Misas por la Vida porque además… ¡qué mejor que rezar y encomendar las almas de las víctimas y pedir por la conversión de los victimarios!
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