En un sin mundo sin fricciones y donde la política monetaria se transmitiera de forma perfecta, los bancos en jurisdicciones que con tipos negativos deberían cobrar a sus clientes una tasa por sus depósitos y pagar a los que piden un crédito (a los que se endeudan). Este mundo al revés, respecto a lo que se conocía hasta ahora, está empezando a asomar la cabeza en Suiza, el primer país en probar con los tipos negativos.
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