De acuerdo con el estudio titulado: «Las políticas públicas y los intereses creados preservan el statu quo de la cría de animales a expensas de los análogos de productos animales» (2023), las industrias cárnica y láctea ejercen un «poder gigantesco» que obstaculiza la investigación y el desarrollo de alternativas a la carne, cruciales para enfrentar la crisis climática. Los ganaderos de la Unión Europea reciben financiamiento público 1.200 veces mayor que los grupos que promueven la carne de origen vegetal o cultivada.
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