Se han publicado muchos artículos en los que se acusa a Beria, presidente del Dinamo de Moscú, equipo de la policía, de enviar al gulag a los competidores de su equipo. Es cierto que medio Spartak de Moscú estuvo en campos de concentración, pero la realidad fue mucho más prosaica y el lugarteniente de Stalin no actuó como un hooligan. Fue una historia complicada, como aquella época.
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