La Ley de tráfico, mediante el drogotest, estigmatiza y criminaliza al consumidor de cannabis. No existe ningún criterio fiable para determinar en qué medida la sustancia afecta a la conducción. Y no parece que haya ninguna intención de subsanar el agravio que sufren los fumetas respecto a los bebedores. Lógico. El fumeta al volante, entendido como un peligro público, sirve para reforzar la legitimidad del prohibicionismo ante la opinión pública.
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