«Marina d’Or, ciudad de vacaciones, ¿dígame?«. Aquella campaña publicitaria retumba en la cabeza de los españoles con la misma entonación y capacidad de hipnosis con la que lo hacía en la primera década del siglo. Se trata de su etapa más dorada, en las postrimerías del «España va bien», cuando Fernando Alonso coleccionaba mundiales de Fórmula 1 y Melendi llevaba rastas
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