Los biógrafos de "El Caudillo" coinciden en su anodina personalidad. De joven era tímido y mal estudiante. Siempre fue un chaparrín regordete, con esa vocecita ridícula que los españoles debieron tolerar por tanto tiempo. Fue un hombre espiritualmente insustancial, inculto y muy poco cálido en lo personal. Como estratega fue bastante ineficaz. Sus errores le costaron al bando nacional años de una guerra sangrienta que debió haberse resuelto en meses en virtud a la enorme superioridad con la que contaba.
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