Millones de españoles, al descubrir la pocilga de país que tenemos, hemos pasado del orgullo a la vergüenza y de sentirnos héroes a considerarnos villanos cobardes y gente sin honor. Nuestro pecado ha sido permitir que lo peor de la sociedad acceda al poder. Pido perdón a mis hijos y nietos por dejarles un país basurero, plagado de corruptos, indeseables y malvados, atrincherados en el Estado, del que se han apropiado y del que han expulsado a los ciudadanos y a toda la gente decente.
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