Una situación de interinidad, vulnerabilidad y falso progreso envuelve toda esa idea de la formación continua, que en el fondo sirve para que mientras el empleado vive en una idea de adaptación a un apasionante entorno cambiante y bla bla bla, las empresas en realidad se rebajen los costes laborales pero sigan siendo empresas, a la vez que surgen extraños intermediarios tanto en el sector público como en el privado que prometen devolverte a la rueda de la empleabilidad si caes en el abismo del desempleo.
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