La huelga de mineros, que se iría recrudeciendo día tras día, había comenzado el 12 de marzo de 1984, el profético año orweliano que anunciaba el triunfo final del totalitarismo que Thatcher, no obstante, convertía en realidad poco a poco. El gobierno había anunciado el despido de veinte mil obreros. La National Union of Miners llamó a la movilización total, algo que fue secundado en diversas partes del Reino Unido. Muchos artistas y activistas idearon formas de solidaridad con los mineros.
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