El suizo, en su enésima pérdida del saque, al comienzo del tercer set, estrelló su raqueta con toda la rabia contenida contra la pista central de Miami. Un gesto de desaprobación que pertenecía a su pasado, a antes de convertirse en el rey del tenis mundial durante cinco exitosos años. La desesperación del ex mejor tenista del mundo no remitió tras este desahogo, ya que Federer, en la silla y en actitud despectiva, tiró dos botellas al suelo ante la sorpresa de los recogepelotas.
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