Los futbolistas (Abbiati, Buffon, Cannavaro o De Rossi) saben que, con el viento que sopla en la Italia actual, declarar sus simpatías por el fascismo no supone ya un peligro para sus carreras. Por ello, coleccionan bustos del Duce y comulgan con la corriente xenófoba que asola el país. Los ultras del Inter festejan con pintadas racistas la muerte de un gitano rumano de 14 años en un incendio fortuito, cuando semanas antes habían recibido eufóricos a su nuevo fichaje Ricardo Quaresma, extremo portugués de etnia gitana.
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