Los esfuerzos de las ONG y la administración por la prevención frente al VIH o los embarazos no deseados tienen unos enemigos inesperados: las farmacias católicas. Los farmacéuticos que argumentan objeción de conciencia para no vender métodos anticonceptivos son fáciles de identificar en cualquier ciudad española. La ley les ampara al considerar al condón como un producto sanitario en vez de un medicamento.
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