Para que los árboles lleguen al campo hay que repartirlos en la ciudad. El Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas) llegó a esta conclusión tras comprobar que en los pueblos asturianos cada vez queda menos gente y que sus vecinos se han trasladado a las ciudades. Los objetivos son varios. En primer lugar, concienciar a los ciudadanos de la importancia de la reforestación, de «volver a dar uso a los terrenos donde antes se plantaban patatas» y, además, conseguir frutos para el oso.
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