La imagen de Alemania aparece cada vez más desdibujada. Su ventaja tecnológica está en retroceso. Las infraestructuras anticuadas. La eficacia y la puntualidad son en muchos casos más estereotipo que realidad. Gigantes empresariales icónicos como Volkswagen y Deutsche Bank atraviesan serias crisis de imagen, si no existenciales. Y la propia Angela Merkel, su rostro en el exterior desde hace más de una década, está ya en su ocaso. Una llamada de atención sobre un proceso en el que la esencia más idiosincrática del país se tambalea
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