Como una absurda evocación a Ray Bradbury, los talibanes parecen reeditar Fahrenheit 451, esa distópica novela donde una tiranía prohibía y quemaba libros con el fin de reprimir ideas disidentes. Esta semana, el totalitarismo islámico en Afganistán, que tomó el poder por las armas hace ya dos años, ordenó retirar y eliminar todos aquellos libros contrarios al islam y a “los intereses” del país, entre ellos los que promueven el secularismo o la “inmoralidad”.
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