Hace apenas una década, lo habitual era acudir a unos grandes almacenes los domingos (a ser posible con toda la familia y vestido con un chándal) para hacer la compra semanal. De un tiempo a esta parte, se ha estandarizado el uso de Internet par ir al Súper, y también para comprar toda clase de artículos: el sueño de cualquier agorafóbico. El próximo salto cuántico llega de la mano de una “impresora de cosas”.
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