Hay dos cosas que al musiquero le ponen. Una, desprecintar un cd nuevo con sumo cuidado. Dos, saborear el momento desde que se apagan las luces en un concierto hasta que aparecen los músicos en escena, desde la penumbra. El grado de excitación es comparable a ese instante en el que decides saltar en paracaídas pero sientes que quieres echarte atrás...
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