No hay nada más peligroso que confiar el gobierno a las élites, no solo porque son difíciles de definir, sino por que nada garantiza su eficacia como gestoras o su honradez. Ahora bien, una cosa es esa y otra entregárselo a cualquier babayu. Aclaro a los no asturianos que utilizo el término como una combinación de cuatro de las acepciones que le concede el Diccionario General de la Lengua Asturiana: engreído, fanfarrón, grosero y necio.
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