Uno de los grandes enigmas del estudio de las religiones que, como muchos, aún aguarda respuesta: ¿qué hace que veamos ridículas las creencias de los demás y no las nuestras? ¿Por qué aceptamos unas creencias que, en el mejor de los casos, son anti-intuitivas y para las cuales no tenemos ninguna prueba de que sean ciertas? ¿Qué las hace plausibles para algunos seres humanos, pero no para todos?
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