Ocho familias de Girona vivieron ayer el difícil trago de ver cómo desenterraban a sus seres queridos para someterlos a una autopsia. El estudio forense ha de aclarar si efectivamente fallecieron de muerte natural, como certificó en su día un médico de la residencia geriátrica La Caritat de Olot, o si, por el contrario, fue el celador Joan Vila, encarcelado tras confesar que envenenó con lejía a tres ancianas, quien también acabó con sus vidas.
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